La victoria de Donald Trump: un análisis de su impacto en el comercio internacional y la economía global

El 5 de noviembre de 2024, el panorama político global fue testigo de un evento de gran relevancia: el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. En las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, el expresidente se impusó ante Kamala Harris.




Esta victoria, además de reconfigurar el liderazgo estadounidense, tiene profundas implicaciones para la economía mundial y el comercio internacional. Durante su campaña, Trump prometió implementar políticas económicas de alto impacto que podrían sacudir los mercados internacionales.


Antecedentes Históricos: Trump y el Comercio Internacional


Para comprender el impacto potencial de la reelección de Donald Trump, es esencial revisar su historial en materia de comercio internacional durante su primer mandato (2017-2021). Trump adoptó una postura proteccionista con el objetivo de reducir el déficit comercial de Estados Unidos y proteger la industria nacional. 


Una de las políticas clave consistió en imponer aranceles elevados a productos importados, con un enfoque especial en aquellos originarios de China. Esta estrategia culminó en una guerra comercial con China afectando numerosas industrias y cadenas de suministro globales.


Como parte de su política proteccionista, renegoció acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que dio lugar al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Asimismo, su administración aplicó aranceles a productos de acero y aluminio bajo el argumento de aplicar medidas para fortalecer la seguridad nacional y apoyar a los productores nacionales. 


Las decisiones de Estados Unidos tuvieron como principal consecuencia el aumento de tensiones con aliados tradicionales y provocaron reacciones adversas en los mercados internacionales.



Las Promesas de Campaña de Trump y sus Implicaciones

En su actual campaña, Trump ha reiterado su compromiso con políticas económicas proteccionistas buscando utilizar estos aranceles como fichas de negociación contra países que, según Trump, “están destrozando” la economía estadounidense. 


Su promesa representará un aumento en los aranceles de importación entre el 10% y el 20% para todos los productos que ingresen a Estados Unidos. Sin embargo, su retórica más agresiva se dirige hacia China, y en segundo lugar a la Unión Europea, donde los aranceles podrían llegar hasta el 60%, e incluso 200%, para bienes específicos. 

Se estima que los aranceles de importación podrían provocar un aumento anual de 525.000 millones de dólares en los impuestos para los estadounidenses y reducir el Producto Interno Bruto (PIB) en 0,8 puntos porcentuales. Este decrecimiento económico podría traducirse en la destrucción de 684.000 puestos de trabajo, afectando tanto a los trabajadores como a las empresas que dependen de insumos importados.

En el marco del análisis, se asume que la implementación de políticas arancelarias proteccionistas podrían tener consecuencias negativas para la economía nacional. Por otro lado, las repercusiones a nivel internacional podrían incluir la inhibición del comercio global. El fundamento de estas proyección radica en la decisión empresarial de trasladar los costos de importación a los consumidores, y reducir el crecimiento de los exportadores. 


Tras la victoria de Trump y sus políticas proteccionistas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha emitido su pronunciamiento: “ha calificado el crecimiento mundial como débil con una expansión endeble en la mayoría de los países”. Diversas perspectivas, nacionales e internacionales, consideran la asunción de Trump como un nuevo obstáculo para el crecimiento del PBI global, y un nuevo golpe al comercio mundial. 



Impacto global: China, mercados emergentes y América Latina


Al profundizar en el análisis, los países más impactados serán China, los mercados emergentes y, en particular, los países latinoamericanos con énfasis en México. 


América Latina se encuentra en una posición vulnerable frente a las políticas proteccionistas de Trump. México, en particular, podría ser el país más afectado debido a la retórica del mandatario estadounidense sobre el cierre de la frontera. Jon Harrison, de TS Lombard, advierte que "México es el que más riesgo corre", señalando que las tensiones comerciales y las amenazas de deportaciones podrían exacerbar problemas internos como la actividad de los cárteles y la incapacidad del Gobierno para frenar la violencia. El peso mexicano ya ha reflejado esta incertidumbre cayendo un 3% frente al dólar.


Por otro lado, Brasil podría emerger como un posible beneficiario de estas tensiones comerciales. Durante la primera presidencia de Trump, cuando estallaron las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, Brasil experimentó un aumento en sus exportaciones de soja a China en reemplazo de las importaciones estadounidenses. 


Esta dinámica podría repetirse si las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China se reactivan, así brindar a Brasil una oportunidad para aumentar su presencia en el mercado chino.



Argentina, por su parte, enfrenta un escenario complejo. Una posible afinidad ideológica entre Trump y el presidente Javier Milei podría facilitar las conversaciones con organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), las políticas comerciales proteccionistas norteamericanas podrían impactar negativamente en la estrategia de estabilización cambiaria del gobierno argentino. 


El fortalecimiento del dólar estadounidense, impulsado por estas políticas, podría afectar negativamente a aquellos países con gran dependencia de esta moneda. La correlación inversa entre un dólar fuerte y el precio de los commodities representa un desafío importante para Argentina, especialmente considerando el rol de las exportaciones en la economía nacional. 


A su vez, una escalada en las disputas comerciales entre Estados Unidos y China podría afectar a Argentina como vendedora de productos al mercado chino, exacerbando la situación económica local.


En este contexto, la reelección presidencial tiene el potencial de reavivar tensiones significativas entre Estados Unidos y China. La política de Trump hacia China ha estado marcada por su enfoque de “America First”, que incluye aranceles elevados sobre productos chinos, restricciones tecnológicas, y un énfasis en limitar la influencia china en áreas críticas para la seguridad nacional estadounidense.


Esta confrontación comercial comenzó en 2018, ante la imposición norteamericana de aranceles a productos tecnológicos chinos bajo el argumento de prácticas comerciales injustas y el robo de propiedad intelectual estadounidense. En respuesta, China introdujo aranceles sobre productos estadounidenses, desencadenando una serie de represalias que afectaron a diversos sectores industriales.


Con su regreso a la Casa Blanca se han propuesto nuevas tarifas arancelarias con el fin de doblegar la balanza comercial a favor de Estados Unidos. Sin embargo, Beijing, en lugar de aceptar estas políticas sin reacción, podría buscar mercados alternativos para sus productos o aprovechar su red de alianzas comerciales para mantener su posición económica. 


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Se podría profundizar la desvinculación de ambas economías, impulsando a las empresas estadounidenses a reducir su dependencia de China. Desde la primera guerra comercial, numerosas compañías han comenzado a relocalizar sus fábricas a países del sudeste asiático, como Vietnam y Tailandia. Con nuevas tensiones, la presión para reubicar la producción fuera de China podría acelerarse


Otra área de conflicto vinculada al comercio entre ambos actores es el ámbito de la tecnología y los semiconductores. Trump ya ha demostrado en su mandato anterior que las relaciones comerciales con China son un terreno de confrontación, no solo en términos de tarifas y aranceles, sino también en lo que respecta al acceso a tecnologías avanzadas. 



En el contexto de la guerra por los semiconductores, su política de “desacoplamiento” de las economías de Estados Unidos y China probablemente se intensificaría, afectando las cadenas de suministro globales de estos componentes esenciales. Taiwán, con su papel crucial en la producción de semiconductores a través de TSMC, se convertiría en un punto aún más caliente de competencia estratégica entre ambas potencias.


La administración Trump al fortalecer sus lazos con Taiwán y restringir el acceso de China a la tecnología avanzada podría reconfigurar la dinámica comercial global. Consecuentemente, los países occidentales tendrían que adaptarse a un nuevo orden donde la competencia por el control de la tecnología se fusiona con la competencia geopolítica.


Además, el enfoque de Trump podría generar nuevos bloques comerciales que favorezcan a Estados Unidos y sus aliados frente a China. El impulso de políticas proteccionistas y la implementación de barreras comerciales específicas hacia China también podrían llevar a una reconfiguración de acuerdos comerciales a nivel mundial. 


Los países tendrían que decidir si alinearse con el bloque occidental liderado por Estados Unidos o seguir apostando por los mercados chinos. Esto podría resultar en un entorno más fragmentado, donde las cadenas de suministro de alta tecnología se reestructuran, y afectaría tanto a las empresas tecnológicas como a los consumidores en términos de precios, innovación y disponibilidad de productos. En última instancia, la victoria de Trump podría acelerar la tendencia hacia una mayor polarización en el comercio internacional, con consecuencias de largo alcance para la economía global


La relación entre Estados Unidos y China se mantendrá como uno de los ejes principales de la política internacional y un desafío importante para la economía mundial. 



Implicaciones para los mercados financieros globales


Los mercados financieros internacionales reaccionan con sensibilidad a los cambios en las políticas económicas de Estados Unidos. La incertidumbre sobre el futuro del comercio internacional y las relaciones comerciales podrían generar volatilidad en los mercados financieros, afectando las inversiones y la confianza de los inversores, y una reducción en la inversión extranjera directa


Además, la fortaleza del dólar estadounidense frente a otras monedas podría alterar el equilibrio de las finanzas internacionales. Un dólar fuerte favorece a Estados Unidos en términos de comercio y financiamiento, pero puede dificultar las exportaciones de otros países al encarecer sus productos en el mercado estadounidense. Esta dinámica podría generar desequilibrios económicos y financieros a nivel global, afectando la estabilidad comercial y las economías en desarrollo.



Que podemos esperar en un futuro


Se presenta un nuevo escenario de incertidumbre y potencial reconfiguración del comercio internacional y la economía global. Las políticas proteccionistas y las crecientes tensiones comerciales podrían debilitar el tejido de la interdependencia económica mundial, y amenazar con desestabilizar las instituciones multilaterales, pilares fundamentales para el comercio global como la Organización Mundial del Comercio (OMC)


La posible erosión de estos marcos regulatorios abre interrogantes sobre la sostenibilidad de un sistema económico global cohesionado y cooperativo, especialmente si prevalecen medidas que buscan fragmentar y redirigir el comercio hacia fines nacionalistas.






La victoria republicana en las elecciones presidenciales de Estados Unidos representa un punto de inflexión significativo para el comercio internacional y la economía global. Sus políticas proteccionistas, centradas en la imposición de aranceles y la reducción de impuestos, tienen el potencial de alterar profundamente las dinámicas comerciales, afectando a economías desarrolladas y emergentes por igual.


Mientras algunos países, como Brasil, podrían beneficiarse de una reorientación del comercio global, otros, como México y Argentina, enfrentan riesgos considerables debido a la inestabilidad y la incertidumbre generadas por estas políticas.


En última instancia, el futuro del comercio internacional bajo la administración de Trump dependerá de la capacidad de los países para adaptarse a un entorno económico proteccionista y de la voluntad de las naciones para cooperar en la búsqueda de soluciones multilateralistas que promuevan un crecimiento sostenible y equitativo a nivel global. La habilidad de las economías para adaptarse y demostrar resiliencia en este contexto incierto será determinante.


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